Para algunos judíos argentinos, emigrar a Israel, implica una decisión ligada a la religión o a la ideología. Para otros, la ventaja de obtener papeles y ayuda en la integración laboral, social, y económica es un factor determinante. Para 2017, vivían cerca de 40 mil argentinos en Israel en su mayoría proveniente de la oleada migratoria masiva entre 1998 y 2003; cuando arribaban aproximadamente a Israel de a 500 argentinos por mes. Entrevistamos a Mariana, quien formó parte de esa oleada que nos cuenta su travesía.
«Al igual que muchos argentinos, soy hija de inmigrantes, mis padres eran oriundos de Ucrania y Lituania, y llegaron a Argentina buscando un futuro mejor…»,cuenta Mariana R. (54), «…y yo, me fuí de Argentina buscando el mío.»
Mariana, es odontóloga infantil y es una argentina emigrada a Israel hace más de 20 años. En Israel se casó y tuvo dos hijos con Moshé, ingenerio mecánico que «…vivió tres años en Marbella, puso allí un pub y hacía la vida loca…» antes de casarse.
Entrada al Kibbutz
Para un judío, emigrar a Israel es «hacer Aliáh» (o «ascender a la Tierra de Israel») lo que conlleva numerosos beneficios entre ellos la obtención de la ciudadanía israelí con solo pisar el aeropuerto, la canasta de absorción (que se entrega a todo inmigrante de cualquier país del mundo), un estipendio para el alquiler de una vivienda, una vacante de estudios gratuita en el Ulpán (en donde se aprenderá el idioma hebreo en forma intensiva y organizada), un seguro de salud y una cuenta bancaria.
«Para cuando yo era adolescente,» nos relata Mariana, «…la situación política se había deteriorado mucho en Argentina, era la década del ´70 y ’80, y de ahí en más todos sabemos cómo siguió la historia … en aquel momento entendí que algún día yo tendría que emprender mi viaje, seguramente a Israel, que para mí es la Tierra Prometida.
El Estado de Israel me recibió con todas las ventajas que tiene un inmigrante judìo aquí, me dio todo y aún más de lo que pude soñar, esto sucedió hace varias décadas, al punto que yo hoy, me considero una israelí más. Pero, aún así, todos mis amigos y conocidos saben que también soy una argentina emigrada y a toda honra.
El proceso migratorio no fue fácil…», recuerda Mariana, «…ya que implicaba un cambio cultural profundo, otro idioma, otras costumbres, otras comidas, y aún otro clima, sobre todo viniendo desde Buenos Aires. Con la ayuda del Ministerio de Absorción israelí, que es el organismo que se encarga de recibir, ubicar, y facilitar todo lo necesario para la más rápida integración del nuevo inmigrante (olé jadash), pude adaptarme e incorporarme a la sociedad en forma rápida y efectiva«.
Para el momento en que Mariana emigró, 1990, también se habían iniciado las reformas al régimen de la URSS, con lo cual, cientos de miles de judíos que tenían prohibido salir de la Unión Soviética emigraron en masa. Además, grandes oleadas migratorias de Etiopía y América Latina, completaban el cuadro multicultural al que se integró esta argentina que «hizo Aliáh». La religión, militarización, el terrorismo y la sensaciòn de guerra latente no es determinante, para descartar Israel como país para emigrar. De hecho, y según cifras oficiales hay más de 15 mil aplicaciones para la ciudadanía israeli, por parte de emigrantes no judíos, algunos siguiendo el amor, otros su carrera profesional en particular en el área IT.
Mariana en su consultorio
Emigró sola a Israel con 26 años y el título de odontóloga por el cual luchó mucho. «Me la pasaba estudiando, día y noche, yendo a la Facultad en la UBA, con gran esfuerzo y sacrificio en una Argentina cuesta abajo. Al principio de mi llegada a Israel, los primeros 3 años fueron por momentos … excitantes … todo nuevo, todo diferente. Era como tener unas largas vacaciones y miles de nuevos amigos, ya que yo aquí no conocia a nadie. Iba de ciudad en ciudad trabajando en diferentes clínicas, primero viví en Rishon LeTzion, pero me mudé hace dos años a una casa en un kibbutz». (N. de la R. Kibbutz es un término hebreo que designa una comunidad agrícola, en sus comienzos de ideología sionista socialista, hoy en transformación hacia la privatización y salario diferenciado en base al esfuerzo).
«No les voy a mentir, también hay que esforzarse y aprender el idioma muy seriamente para poder integrarse, y sobre todo, desarrollar la profesión y hacerlo bien, trabajar con compromiso, aquí todo israelí habla de corrido 3 idiomas; pero por otro lado Israel también es muy cosmopolita y la mayoría de la gente es emigrante de tantísmos otros países, Asia, África, Europa… por lo cual he contado siempre con la máxima comprensión y ayuda de todos».
Aprender el idioma es fundamental para poder insertarse
Ella explica que las ventajas de conocer el idioma previamente son muchas, aunque también el inglés es idioma oficial, «…si ya sabés el idioma te integran de inmediato al trabajo cuando llegás, que, por lo general, está ligado a tu profesión, y vas mejorando los sueldos de a poquito, Aquí todo es muy dinámico, de pronto tenés trabajo en el Sur o en el Norte y las viviendas varían de precio según la región, como en todas partes. Obvio, Tel Aviv o Jerusalem es mucho más caro que todo lo demás pero aquí hay trabajo, el que quiere más, trabaja más, y gana más.»
Considera que desprenderse de las raíces es doloroso, pero posible, y que el corte, es decir, la emigración, debería ser un límite entre una vida pasada, un mejor presente y «…yo creo que sin duda lo más difícil de emigrar es la separación, y el corte completo y total de toda una vida que queda atrás … pero nunca es tarde ¡…mi hermano Cacho, va a cumplir muy joviales 80 años y vendrá aquí a vivir proximamente! exclama Mariana.
«No es fácil concentrarte en tu presente y tu futuro cuando emocionalmente estás conectado con el pasado que te agobia, y te recuerda a cada rato cosas que ya no son, eso es muy triste … Obviamente que hay que ser fuerte y mirar hacia adelante, por eso, además, en este momento y paralelo a mi trabajo estoy estudiando medicina estética. La verdad que me siento muy feliz con la decisión de emigrar, soy una más dentro de este país y no cambiaría nada en toda esta gran experiencia.
Mi nombre es Ruth y soy de Buenos Aires. Trabajé como periodista en revistas y radios. Siempre me gustó explorar, viajar, conocer lugares nuevos, investigar. Luego de recorrer varios países y vivir un año en Estados Unidos, elegí instalarme en Fuengirola (Málaga).
Desde hace muchos años me dedico a la enseñanza y consultoría psicológica junguiana, actividad que ahora continúo haciendo tratando de contener a aquellos que desean emigrar o que hayan tenido experiencias fallidas en su proceso. Mi participación en este blog, además de generar contenido noticioso, intenta expresar mis vivencias que podrían ayudar o aliviar situaciones que se presentan antes, durante y después del proceso migratorio. Y todavía hay tanto por contar!
Podés concocer más de mi en mi blog personal.
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