Recuerdo desde niño una cita que un maestro de la vida me dijo: “Lo que crees, lo creas”. Corría el año 2012 y ya tenía en mente cruzar el charco, España era mi destino que se dibujaba en ese horizonte.
Este es el sueño de Lilo, un argentino que soñaba con vivir en Andalucía. Actualmente y habiendo cumplido su sueño, Lilo vive en Galicia desde hace un tiempo, pero recuerda a Andalucía con mucho encanto.
Yo estaba en Chile junto a una pareja argentina a quien comenté mi idea de emigrar al menos por un tiempo. El rostro de la mujer me interpeló casi sin quererlo y desde adentro salió: “a vos, no te dejarán entrar”… quizás al chocar su mirada con mi rostro de rasgos autóctonos y mi piel del color de la tierra.
Recordé inmediatamente esa cita que alguna vez me dijo aquel hombre, y ese día supe que mi vida tenía un lugar en España. Llevaba años de compartir historias, poesías, cuentos y relatos con la que hoy es una de mis grandes amigas de la vida, una hermosa mujer andaluza.
Andalucía era para mí, como esa casa que sabés tuya pero a la que nunca has ido, conocía sus calles, su aire flamenco, sus hermosas mujeres, su arte árabe impregnado en las teterías, los salones, las casas y sus calles empedradas atesorando el tiempo.
Pasó el tiempo y aposte otra vez por Argentina, pero el país como siempre, parece darnos unos cuantos empujones y casi obligarnos a que lo extrañemos de afuera.
Así fue que con mi pareja decidimos partir. Nos había detenido una vieja mascota que fue compañera inseparable y fiel.
Llegó 2016, una temporada intensa en las Sierras de Cordoba y los pasajes en mano para ese salto al vacío. Antes de ello, todas las precauciones y los miedos, las constantes alertas de que Europa se mostraba casi inexpugnable para llegar sin todo lo necesario.
La Partida
Partimos un 17 de Mayo de 2017 en un vuelo que salió de Buenos Aires a San Pablo, de allí a Qatar hasta finalmente aterrizar en Barcelona. El silbido del avión y su trajinar sobre el asfalto, las luces produjeron una sensación de escalofrio que recorrió mi cuerpo. Estaba feliz pero también con cierta ansiedad, tenía la tranquilidad de que todo estaría bien.
En las casetas de migraciones el oficial revisó los múltiples sellos de mi pasaporte y solo dijo “Bienvenido a España”. De allí partimos con mi pareja en busca del sueño de conocer para regresar.
Todo salió bien como salen las cosas cuando uno cree firmemente en su convicciones, en sus sueños. Catalunia, Burgos, Madrid, Ávila, Córdoba, Cádiz, Granada… la mágica Granada, la ciudad de los cuentos de hadas, de la inigualable ALHAMBRA, de las luces hechizantes de luna llena, de su música penetrante y sus atardeceres de ensueño. Ese era el lugar, ésta era la Andalucia por la que vine, y así fue como nos retiramos un poco, como para contemplar la misma belleza con el aire quijotesco de quien toma distancia para contemplar mejor.
Las Alpujarras fue el nuevo y cercano destino, aires virginales de la Patagonia mi tierra, rutas aún salvajes de pastores transhumantes, agricultores de sol y sombra y extranjeros de todas las razas conviviendo en un espacio donde parecía haber lugar para todos.
Comunidades hippies, de gitanos, de sufíes, de ricos adinerados, de inmigrantes de todos los países, un sitio para nunca seguir la misma rutina.
No alcanzaron tres meses para atesorar tanta vorágine de nuevas sensaciones pero también había que “hacer los papeles”, mi compañera ciudadana española me facilitaba las cosas pero no por ello escapaba al eterno caos burocratico .
El tema papeles
Regresamos en 2018 con todo lo que había que traer, otra vez a Las Alpujarras, papeles, misterio, incertidumbre, esa sensación que solo un inmigrante puede describir que es estar esperando el “favorable” en las paginas de Extranjeria a su petición de residencia. Cuando esto sucede es un alivio gigante, la tranquilidad absoluta de que no estás solo; nos guste o no, las reglas de la sociedad de consumo se han impuesto y en ellas o con ellas debemos convivir.
No tener papeles significa ser un desplazado, sin derecho a la salud en los términos reales, sin poder levantar la voz para reclamar en un trabajo y siempre quedar en silencio cuando a la búsqueda laboral el potencial empleador pregunta “¿tiene papeles”? Es trabajar por salarios magros rogando por no enfermar ni accidentarse. Es trabajar el doble y compitiendo insanamente para poder “quedar” en un puesto.
Tener papeles significa cambiar de trabajo cuando no nos gusta, o poder mandar a la mierda a quien se nos de la gana sin temor a ser denunciado, también recorrer Europa si nos place; salir y entrar sin problemas.
Hoy hace casi dos años de aquella primera visita. España no es un país con el nivel de vida de Alemania ni de los países nórdicos pero para un argentino acostumbrado al caos y la incertidumbre de no saber qué sucederá el mes siguiente, es un lugar que ofrece múltiples oportunidades, sólo hay que buscarlas.
Vinimos aquí para trabajar y aprender mucho mas respecto a las terapias alternativas: Yoga, alimentación saludable, retiros espirituales, senderismo. No es fácil, nadie puede decir que emigrar es algo simple, es un gran reto pero a su vez un hermosísimo desafío. Trabajamos ayudando y participando de este tipo de actividades. A veces hay mucho y otras no tanto, pero la estabilidad que ofrece el país permite proyectarte, y a la vez no sentirte intimidado por la inflación, el no saber qué pasará con el dólar y lo que hará a quién le toque gobernar.
Aconsejo a todos a quienes quieren cumplir sus sueños, a que lo intenten, a que se convenzan de ello y luego sin miedo echarse a andar.
Como dicen por aquí: “a por ellos, tío”.
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Hola! Mi nombre es Fausto, oriundo de Marcos Paz, Buenos Aires. Actualmente viviendo con mi familia en Málaga, Rincón de la Victoria. Soy Odontólogo, que es a lo que le he dedicado gran parte de mi vida, previamente haber tenido casi 3 años de experiencia como cocinero.
Mi aventura de emigrado comenzó en septiembre del 2018, cuando partimos a Italia a realizar la ciudadanía, luego de 3 meses vinimos a radicarnos a España.
Colaboro en este blog en la difusión de redes sociales, mientras que con mi mujer estamos desarrolando un proyecto de cosmética natural, balsamica.es
Comencé a introducirme en el mundo del marketing digital, web y redes sociales buscando nuevos horizontes. Para mi la vida es una aventura y estoy en constante búsqueda de un camino que me permita realizar mis sueños.
Gracias por leer estas lineas sobre mí, ya te contaré aún más.
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